El primer paso es quitar el polvo antes de mojar la superficie con cualquier líquido. Recomendamos toallitas atrapapolvo, que se pueden acoplar a palos de escoba. Pasar la aspiradora o barrer puede rayar el suelo, hazlo con cuidado. Una vez libre de polvo puedes usar una fregona o un paño muy escurrido, y este punto es importante, procura que la superficie quede seca después de cada pasada. Tanto el paño como la fregona tienen que estar apenas humedecidos, y si es agua caliente, mejor. Si no escurres bien la fregona te saldrán manchas, todo hincapié que haga en este punto será poco. Ya sea con fregona, mopa o paño, pásalo siguiendo la veta de la madera.
Mucho cuidado con los productos específicos para madera. Fíjate que sean de pH neutro y, sobre todo, que no sean ácidos ni contengan corrosivos. Hay que usarlos con mesura, siguiendo las instrucciones del fabricante (o menos cantidad, nunca más) y sólo si es absolutamente necesario. Van bien para suelos especialmente sucios o con restos de obra pero no para uso intensivo. Hay que recordar que estos productos ofrecen además de limpieza, hidratación y protección, con lo que no conviene pasarse en las cantidades.
El remedio de la abuela de diluir un poco de vinagre en el agua funciona más que bien y tiene un efecto protector sobre la madera.
La cera para abrillantar debe emplearse sólo si la madera está completamente limpia. La cera líquida es la más recomendada ya que puede diluirse. No te acostumbres a darle capas y capas de cera; acabarás teniendo que quitarlo todo con alcohol y estropajo de acero en un futuro no muy lejano. Además, si te pasas conseguirás un acabado plastificado que a mí particularmente no me gusta mucho. Para maderas en exteriores sustituye la cera por aceites (cada madera tiene el suyo propio) que le proporcionará la protección extra necesaria.
Hablando de cera. A veces podemos encontrarnos manchas de cera, de cera de una vela. Nuestra primera reacción puede ser la de frotar hasta que no quede nada, pero así lo que estamos haciendo es pulverizar la mancha y repartirla más aún. Un truco es usar hielo para endurecer la mancha todo lo posible, así es más fácil luego quitarla de una sola pieza levantándola con un cuchillo.
En resúmen, trátala con cariño y conservarás durante más tiempo el brillo y el color. Y recuerda la premisa básica de la madera: el agua es el enemigo.